Cómo la crisis de hoy puede convertirse en las oportunidades del mañana

14 May 2020

Ricardo Vargas, Director ejecutivo,  Iniciativa Brightline™

“Necesitamos reinventar nuestros negocios y a nosotros mismos. Tenemos que hacerlo a la velocidad del rayo”. 

Con todos los datos, la tecnología y conectividad que definen el mundo en el que vivimos actualmente, ¿cómo es que casi nadie vio venir la crisis COVID-19?

Hubo muchas advertencias. La noticia de un nuevo virus potencialmente peligroso en China se conoció a finales del año pasado. A medida que nos dirigimos al Año Nuevo, los epidemiólogos y los funcionarios de salud pública de todo el mundo agitaron las banderas rojas y aconsejaron tanto a los gobiernos como a las empresas que se prepararan.

He trabajado extensamente a lo largo de mi carrera estudiando la gestión de crisis y ayudando a planificar respuestas para emergencias de salud pública, incluyendo un brote de Ébola en Sierra Leona. Lo que he aprendido a través de esas experiencias es que los seres humanos tienden a descartar las advertencias de problemas futuros e ignorar lo llamados a prepararse.

En resumen, tenemos problemas para aceptar que una crisis es real hasta que ya está sobre nosotros.

Hemos perdido claramente nuestra oportunidad de prepararnos para el COVID-19. Sin embargo, eso no significa que no podamos aprender lecciones importantes de esta crisis y aplicarlas a los desafíos futuros. Estoy muy seguro de que este episodio se utilizará como una oportunidad para mejorar nuestras vidas y, en particular, la forma en que trabajamos.

Durante años, asesores de negocios y consultores han hecho hincapié en la necesidad de ser creativos, ágiles, y adaptables, para salir adelante en la curva tecnológica. Algunos le han hecho caso a ese consejo, pero muchos más han adoptado esencialmente el mismo enfoque utilizado en el preludio de la pandemia: reconocer la necesidad de adaptarse, pero mantener la postura de negocio habitual. 

Si hay algo positivo que puede provenir de la crisis de COVID-19, es un reconocimiento global de que ya no podemos ser complacientes. La propia supervivencia está en juego. En otras palabras, necesitamos reinventar nuestros negocios y a nosotros mismos, y tenemos que hacerlo a la velocidad del rayo.

La crisis sanitaria convencerá a muchas organizaciones de ver y gestionar el riesgo de manera diferente, para pronosticar y planificar con otra mirada y para actuar con determinación en las cosas que sabemos que tenemos que hacer antes de que se nos obligue.

Aunque comenzó principalmente como una emergencia de salud pública, el COVID-19 se ha transformado en una amenaza que ha impactado toda nuestra vida en múltiples niveles. Ha paralizado ciertas industrias, al mismo tiempo que ha creado nuevas oportunidades cambiado la naturaleza del trabajo, sobre todo, el cuándo, dónde y cómo lo realizamos. Antes de que esta situación termine, puede replantearnos la comprensión del sustento y la calidad de vida.

¿Qué tipo de cosas podemos buscar? Compartiré lo que creo que significará el futuro.

COVID-19 está acelerando la transformación del negocio 

Antes de la pandemia, todo tipo de organizaciones estaban llevando a cabo transformaciones empresariales o de la fuerza de trabajo para hacer frente a los desafíos y oportunidades futuras. Desafortunadamente, muchas de estas empresas se estaban tomando demasiado tiempo para promulgar directrices de cambio. Incluso cuando lo hacían, eran reacios a entrar, dejando estos procesos en el limbo. Muchas organizaciones habían reconocido la necesidad de “transformarse”, pero sentían que no había llegado el momento para ellas.

Después de la pandemia, veremos que muchas más empresas aceptarán una transformación rápida y urgente. Están aprendiendo a hacer esto puramente como una cuestión de supervivencia. Ya hemos visto esto en algunas industrias como hotelería, restaurantes y salud. 

El distanciamiento social significó que muchos restaurantes pasaron de estar completamente reservados a estar completamente vacíos. Dada la crisis, muchos comenzaron a reorientar sus operaciones para centrarse únicamente en el servicio de reparto a domicilio o delivery y en esta conversión han sido ayudados por las empresas que proporcionan entrega de última milla. 

Con el fin de proteger a los pacientes que buscan asesoramiento o tratamiento médico, los sistemas de salud están empujando a las personas a considerar las opciones de telemedicina para limitar el contacto persona a persona. El tráfico de pacientes a los servicios de telesalud  está aumentando. Telemed, por ejemplo, experimentó un 158% de crecimiento desde que el virus golpeó. 

Se considera que el cambio a la telemedicina impactará dramáticamente a la industria de la salud, creando nuevas oportunidades. 

En esta dinámica, organizaciones de otros sectores de la economía también se están viendo obligadas a adoptar cambios similares y, sin duda, esto modificará el mundo del trabajo para siempre.

El gran experimento del trabajo desde el hogar está transformando las culturas de las empresas

Antes de la pandemia, muchas organizaciones no estaban convencidas sobre la idea de que sus empleados trabajaran desde casa. Algunos consideraban esta modalidad un tabú, aferrándose a preocupaciones obsoletas sobre la disminución de la productividad. También había preocupaciones acerca de la falta de masa crítica creativa si el talento clave no se concentraba en el mismo entorno de oficina. Y a pesar de tener un caso de negocio claro y convincente para pasar a un entorno virtual, los empleadores se resistieron a esta tendencia temiendo que erosionaría la cultura de las empresas.  

En la actualidad, millones de trabajadores de todo el mundo desarrollan sus tareas desde casa por primera vez. Se les exige adaptarse a un nuevo entorno, trabajar con nuevas herramientas y aprender nuevas formas de hacer las cosas de la noche a la mañana. Muchos empleados quieren, y pueden trabajar desde casa al menos una parte del tiempo. Una investigación de Gallup muestra que el 43% de los empleados en los Estados Unidos ya desempeña sus funciones de forma remota. Este número aumentará a medida que el COVID-19 acelere el paso a la virtualidad. 

En todos los casos, las organizaciones necesitan entender que el cambio a remoto no es suave y requiere nuevos comportamientos y habilidades para garantizar que la creatividad, el compromiso y la productividad no se vean afectados.

Usted puede esperar que muchos de los trabajadores que fueron enviados a casa para controlar la propagación del virus estarán presionando para mantener el experimento después de la pandemia. Eso podría significar cambios sísmicos en los contratos de trabajo, los esquemas de remuneraciones; la planificación urbana, ya que menos personas viajarán diariamente; y los bienes raíces comerciales, producto de que las empresas buscarán invertir menos en espacios de oficina y más en productos o proyectos.

La iteración fundamental del comercio electrónico

Antes de la pandemia, el comercio electrónico había estado creciendo en valor y alcance para llegar a representar el 16% del total de las compras minoristas en 2019. Sin embargo, con la implementación del distanciamiento social, el comportamiento del consumidor está cambiando rápidamente. No solo estamos viendo un enorme empuje para comprar alimentos en línea, sino que otras categorías también están viendo aumentos significativos. De hecho, una encuesta reciente de Red Points encontró que casi la mitad de los consumidores son más propensos a realizar compras al por menor en línea debido al temor por el coronavirus.

Con el comercio electrónico en aumento, las empresas están buscando nuevas formas de impulsar las ventas en línea. Mientras, aquellas compañías que no han hecho este cambio tendrán que girar rápidamente si quieren sobrevivir. Esto está dando lugar a nuevas inversiones en publicidad en línea, tecnología, automatización y cumplimiento. El futuro de las empresas construidas sobre ladrillos y escaparates de mortero serán puestas a prueba severamente después que el mundo vea lo mucho que puede lograr con un clic y una tarjeta de crédito.

Una reinvención de la fuerza de trabajo como un recurso ágil y no como un costo

Antes de la pandemia, el mundo estaba sufriendo por una escasez de talento calificado sin precedentes. Las tasas de desempleo en casi todas las regiones estaban en niveles históricamente bajos. El futuro del crecimiento económico fue una duda en gran medida porque los empleadores —quienes siempre habían confiado en el mercado laboral abierto para satisfacer sus necesidades de talento— no encontraban a las personas adecuadas con las habilidades necesarias.

Después de la pandemia, habrá un nuevo énfasis en la preparación de la fuerza de trabajo actual para las futuras demandas de habilidades. Habrá más trabajo en curso para identificar a los empleados que sean más ágiles y abiertos al aprendizaje. 

Las organizaciones invertirán mucho más en la creación de una fuerza de trabajo ágil, desarrollando a su gente, adoptando opciones de aprendizaje virtual, que puedan cambiar rápidamente y moverse sin problemas en varios roles dentro de la organización. 

A pesar de que sufrimos por el bloqueo económico asociado a la pandemia, ahora es uno de los mejores momentos para desarrollar trabajadores, desarrollar nuevas habilidades y prepararlos para el mundo post-pandemia.

El peaje humano y económico del Covid – 19 es uno de los ejemplos más profundos que pone a prueba nuestra capacidad de planificar, prepararnos y cambiar para hacer frente a un nuevo desafío. Vidas se perderán. Industrias enteras pueden quedar en ruinas. En muchos otros casos, sin embargo, la magnitud del sufrimiento será directamente proporcional a la ausencia de preparación y respuestas eficaces.

Podemos construir un mundo mejor. Lo sé porque, en pocas palabras, no hay otra opción. Cualquier esfuerzo que hagamos para volver a la vida “como era de costumbre” antes de la pandemia, sólo exacerbará el sufrimiento cuando llegue la próxima crisis.

Acerca del autor

Ricardo Vargas es  actualmente el Director Ejecutivo de la Iniciativa de ™ Brightline, del Instituto de Gestión de Proyectos (PMI) en conjunto con organizaciones globales líderes de los sectores empresarial, gubernamental y sin fines de lucro, incluyendo al Boston Consulting Group (BCG), Agile Alliance, Bristol-Myers Squibb, Saudi Telecom Company (STC), Lee Hecht Harrison y NetEase.